La crítica pública a los jueces durante tu sexenio

Felipe, ¿recuerdas que durante tu gobierno te dedicaste a atacar a los jueces, exponiéndolos públicamente como generadores de impunidad? Los que éramos jueces en ese tiempo lo recordamos muy bien. Pero no confiemos solo en la memoria o la percepción subjetiva de los juzgadores de entonces.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su informe titulado «Informe sobre el uso de la prisión preventiva en las Américas» (adoptado el 30 de diciembre de 2013), documenta lo siguiente sobre tu administración:

  • El Presidente de la República (Felipe Calderón) solía criticar públicamente a los jueces que intervenían en casos de alto perfil mediático.
  • En tus declaraciones, equiparabas la «impunidad» con la excarcelación de personas detenidas por autoridades federales, ignorando deliberadamente que esas decisiones judiciales eran provisionales, no definitivas.
  • Llegaste a decir públicamente: «No es que yo traiga algo contra los jueces, los aprecio, pero uno se cansa… Ahí hay un lío con impunidad; dicen que puede estar en nuestros órganos (la Procuraduría General de la República o la Policía Federal), pero yo creo que el Poder Judicial local y federal tiene mucho que mejorar en este aspecto.»

Este tipo de mensajes políticos contribuían a formar una percepción pública errónea de impunidad, trasladando la responsabilidad de la criminalidad al Poder Judicial mediante el argumento de una «puerta giratoria» (la policía detiene a los delincuentes y los jueces los liberan). ¿No te parece peligroso que una sola declaración tenga el poder de deslegitimar todo un sistema de justicia?

El caso García Luna: ¿Complicidad o incompetencia?

Ahora que se condenó a García Luna, quedó clara la complicidad entre tu gobierno y el crimen organizado. Me pregunto, Felipe, ¿no será que deliberadamente no se recababan las pruebas indispensables para condenar o dictar formal prisión a los consignados por algún arreglo con los cárteles? En esas condiciones, los jueces estábamos obligados, dentro de un estado de derecho, a no proceder en contra de los detenidos.

¿No será que tu gobierno necesitaba culpar a alguien de la ineficiencia, tal vez premeditada, de sus instituciones? ¿A cuántos más se dejó desprotegidos por estas fallas posiblemente deliberadas?

No lo sé, Felipe, ¿estabas realmente involucrado o tus propios funcionarios te engañaban? Entiendo que, como egresado de la Libre de Derecho, conoces las leyes y el rigor de la justicia, pero también sé que estabas ocupado en otras responsabilidades y tenías que confiar en tu equipo. Aun así, nadie puede escapar de una realidad innegable: la historia, aunque tarde, siempre ajusta cuentas y pone todo en su lugar.

Violaciones a la independencia judicial

Déjame recordarte por qué la Comisión Interamericana de Derechos Humanos consideró incorrecto que atacaras a los jueces:

  1. Violaste el principio de separación de poderes y la independencia judicial al presionar públicamente a los jueces sobre sus decisiones.
  2. Ignoraste deliberadamente que las excarcelaciones no eran decisiones definitivas en los procesos judiciales.
  3. Construiste una percepción pública errónea al equiparar las excarcelaciones con impunidad.
  4. Trasladabas la responsabilidad de la criminalidad al Poder Judicial, en lugar de asumirla desde el Ejecutivo.
  5. Enviabas un mensaje político que podía influir indebidamente en las decisiones judiciales futuras.
  6. Minaste la confianza pública en el sistema judicial al criticar abiertamente sus decisiones.
  7. No respetaste el debido proceso ni la presunción de inocencia al referirte a los detenidos como culpables antes de una sentencia definitiva.

La independencia judicial es vital. Sin ella, los jueces no pueden hacer valer la justicia sin miedo a represalias políticas. El Poder Judicial debe ser libre de influencias externas para garantizar que las decisiones sean imparciales y justas. Eso es lo que perdiste de vista.

Consecuencias para el pueblo de México

Hoy, los aspectos más dolorosos de tus acciones son los siguientes:

  1. Construiste una percepción pública equivocada, donde las excarcelaciones eran sinónimo de liberar delincuentes.
  2. Trasladaste la responsabilidad de la criminalidad al Poder Judicial, en lugar de asumir la responsabilidad desde el Ejecutivo.
  3. Minaste la confianza pública en el sistema judicial, lo que permitió que el actual poder legislativo capitalizara esa imagen para destruir el sistema judicial en lugar de mejorarlo.

Como resultado de las críticas sistemáticas que sembraron desconfianza en el Poder Judicial, la reforma constitucional de 2024 encontró su origen en el discurso que señalaba a los jueces como responsables de la impunidad. Este discurso, que tú mismo promoviste, Felipe, fue el catalizador que permitió que el actual poder legislativo impulsara una reforma radical. Así, México perdió un gran capital humano: jueces y magistrados que habían dedicado su vida a la justicia fueron despojados de su proyecto de vida. Irónicamente, aquellos que verdaderamente pudieron haber actuado de manera incorrecta no recibieron un castigo diferenciado. Fue una pérdida irreparable de talento y un golpe devastador a la confianza en el sistema de justicia. Lo que comenzó como una crítica pública mal encaminada, terminó erosionando las bases mismas de nuestra justicia.

El deterioro de la imagen del Poder Judicial

No estuviste solo, Felipe. Desde dentro del mismo Poder Judicial se contribuyó a generar en el Pueblo de México la percepción de corrupción. La famosa frase «El Poder Judicial está podrido» no es creación del expresidente López Obrador; esa expresión nació en el seno del mismo Consejo de la Judicatura Federal y fue publicada por altos funcionarios del Poder Judicial. Aquellos que estaban obligados a preservar la independencia y la imagen pública del Poder Judicial permitieron que esta percepción se afianzara.

Pero esto lo dejaré para una próxima entrega, ya que merece un análisis más profundo. Es crucial entender cómo llegamos aquí para evitar que la historia vuelva a repetirse.