Elección Popular de Jueces y Ministros en México: Una Historia que Nos Alerta sobre el Futuro
«El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra«, dijo el poeta Camilo José Cela, y hoy, esta expresión resuena con fuerza en México. En 2024, una reforma histórica establece que los ministros, magistrados y jueces sean elegidos mediante votación popular. Para algunos, esta medida democratiza el acceso a la justicia; para otros, es un riesgo que amenaza la independencia del Poder Judicial. Y esta preocupación tiene fundamentos históricos: hace más de un siglo, México ya experimentó este sistema y sus consecuencias resultaron contraproducentes para la justicia.
La Experiencia del Siglo XIX: Los Ministros «Responsables ante el Electorado»
La Constitución de 1857 fue un documento ambicioso y revolucionario, y entre sus disposiciones incluyó un cambio radical: que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) fueran elegidos por voto popular cada seis años. Esta medida buscaba hacerlos “responsables ante el electorado,” evitando la permanencia vitalicia y promoviendo una visión en la que el Poder Judicial, al igual que el Legislativo y el Ejecutivo, reflejara directamente la voluntad popular.
Sin embargo, los problemas pronto se hicieron evidentes. Los ministros, sujetos a reelección y dependiendo de la aprobación del electorado, comenzaron a enfrentar presiones políticas que interferían en su función de impartir justicia de manera imparcial. En lugar de fortalecer la independencia judicial, la elección popular minó su estabilidad, exponiéndolos a las fluctuaciones políticas y a los intereses de los grupos de poder de turno.
Constitución de 1917: Un Cambio Necesario
La lección fue clara y la Constitución de 1917 dio un giro contundente al restablecer el principio de independencia judicial y eliminar la elección popular de los ministros de la SCJN. Durante los debates constituyentes, los legisladores reflexionaron sobre las consecuencias de este sistema y concluyeron que la elección popular debilitaba la autonomía del Poder Judicial. Ellos destacaron que la imparcialidad de los ministros era esencial para garantizar un sistema de justicia confiable, y que ésta solo sería posible si no dependían de la opinión pública para mantener sus cargos.
Por eso, la Constitución de 1917 adoptó un sistema en el cual los ministros serían nombrados por el Presidente de la República y ratificados por el Senado, asegurando que su rol se centrara en la interpretación y aplicación de la ley sin estar sujetos a las tendencias políticas del momento.
El Camino Hacia el Futuro: ¿Repetimos Errores del Pasado?
Hoy, al volver al modelo de elección popular para jueces y ministros, resurge el mismo riesgo de pérdida de imparcialidad que motivó la reforma de 1917. Sin embargo, la historia nos demuestra que los sistemas que afectan la independencia de la justicia rara vez son sostenibles a largo plazo. La elección popular puede convertirse en una herramienta de control sobre los jueces y, como ya sucedió antes, podría traer consigo consecuencias indeseadas para la justicia mexicana.
Una Esperanza en el Cambio
Es natural que millones de mexicanos se preocupen por la justicia imparcial y su futuro. La historia de la SCJN nos recuerda que los sistemas evolucionan, y que la democracia y la justicia auténticas tienden a prevalecer. Las voces de la sociedad, como lo hicieron hace más de un siglo, pueden marcar el camino hacia nuevas reformas. Si una vez logramos cambiar el sistema de elección para proteger la independencia del Poder Judicial, en el futuro también será posible.
La justicia imparcial en México es un derecho fundamental, y la esperanza radica en que la experiencia y el debate público permitirán, en algún momento, restaurar la independencia y dignidad del Poder Judicial.